10.6.17

El germen

Deleuze habla sobre la imagen-recuerdo, la imagen-cristal y el germen que está siempre en estas imágenes, que nos remite a algo conocido, a un pasado que, por ser remitido, se vuelve presente. Entonces en el presente se encuentra el germen del pasado y, claro, el del futuro.
No sé qué fue que operó en mí. Habrá sido algo que vi, escuché, olí, que sentí la necesidad de estar en el Banco Provincia de mi pueblo, sintiendo el olor del lugar, pero no el olor de ahora sino el olor que había cuando era chiquita, y no sabía nada del dinero. Me gustaba ir al banco porque había sillones de cuero, y me gustaba acompañaba a mi abuela a hacer ''los mandados''.
Cuando salíamos de ahí comprábamos pan en la panadería, siempre caliente, con la cáscara dura, lleno de miga adentro.
Como premio por portarme bien, mi abuela me compraba unos conitos de chocolate amargo envueltos en papel rosa metalizado. Lo que más me gustaba de esos conitos era el papel: Lo sacaba con cuidado para no romperlo y, mientras me comía el conito como si fuera un trámite (porque sinceramente, el chocolate amargo no me gustaba tanto, pero los conitos de chocolate con leche venían con papel plateado y a mí me gustaba el rosa), lo estiraba.
Era una tira irregular, nunca era una figura geométrica perfecta. Eso me molestaba un poco, así que le doblaba las puntas hasta que quedaba un rectángulo o un cuadrado. Quería, siempre, que el rosa metalizado pudiera seguir existiendo más allá de ese papel. Yo quería SER rosa metalizado.
Pero después de un rato de plancharlo con los dedos llenos de chocolate y babas, el papel se terminaba rompiendo, entonces lo hacía bolita. Me imaginaba que era una piedra preciosa, lo abollaba hasta que el rosa metalizado se empezaba a ir, y comenzaba a verse el blanco del papel.

Pero lo que más me gustaba, porque sucedía todos los días aunque yo estuviera en el jardín, era que alrededor de las diez de la mañana, gracias a que mi abuela plumereaba y pasaba Blem, por la ventana del comedor, entraban dos rayos de luz que se proyectaban en el polvillo que volaba en el aire. En ese momento yo era un super héroe, y esos rayos eran mi visión de rayos x. Podía ver a través de la gente y de las cosas.
Después soplaba los rayos para ver cómo se movían las partículas que estaban en el aire, deseando que en algún momento el aire se limpiara y no hubiera más partículas.
Tengo el recuerdo de haberlo logrado una sola vez, aunque sé que es imposible.
Después iba hasta la bolsa del pan y me comía la miga de algún felipe. Todo esto sucedía cuando me dejaban faltar al jardín.

1 comentario:

Tota dijo...

Capacidad para sentir verbalmente. Eso hace que se vea lo que dice. Es una foto en palabras.