12.9.17

Debo ser un pez

Últimamente siento que el mundo está muy falto de amor.

Hoy me pareció encontrarlo caminando por la costanera. El sol me daba de lleno en el cuerpo. Tuve que hacer varias paradas para sacarme algo de ropa. El cartel que ofrece diez megas por cien pesos por mes me pareció lindo, la intermitencia de luz y sombra dándome en la cara mientras avanzaba me pareció tan agradable. Las palomas comiendo migas de pan de sanguchito de bondiola, el brillo del río encandilándome.
Sentí que el amor era eso: los pescadores al sol en la costanera, que me sonreían y me saludaban al pasar por delante suyo.
Me quedé un rato mirando lo que hacían.
Pero qué locura que estos señores encuentren la felicidad donde se cruzan dos vidas y una de ellas termina, ellos son felices ahí, pensé.

Tal vez el amor es eso en realidad, la lucha entre la vida y la muerte, inevitable, para uno de los dos involucrados, siempre para el más débil.
El amor no es para los peces.
Debo ser un pez, o tengo que aprender a pescar.


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