A veces no puedo llorar.
Tengo ganas de llorar y no puedo.
No ganas caprichosas de que se me antoja arrojar líquido por los ojos. Ganas de verdad.
Tristeza.
Tristeza en los ojos, en la cara, en el cuerpo.
Sin razón alguna, o con razón.
Pero no, no puedo. No me sale.
Hasta hoy se lo atribuía a que cuando me siento así, por lo general, estoy estresada o con fiebre.
Pero ahora no es lo uno ni lo otro. Es tristeza pura y dura. Y aún así no puedo llorar.
Qué feo es no poder llorar.
Es como estar apunada. No hay suficiente aire para respirar, aunque haya mucho.
Quiero llorar y la tristeza parece no ser suficiente, aunque cala hondo.
Voy a probar con dormir.
Tal vez para mañana ya no necesite tanta tristeza para llorar un poco.
No hay comentarios:
Publicar un comentario