30.11.17

Aprender a caminar

Me siento dando pasitos cortos, trastabillando. Dando un paso, deteniéndome. Dando tres pasos juntos cortitos y apresurados. Deteniéndome.
El cuerpo lleno de ganglios.
La cabeza llena de ideas.
Las piernas que me resultan insuficientes para tanto camino. Los pies que se me cruzan y casi me caigo.
Las manos que no me alcanzan para agarrar.
Las manos que no me alcanzan para dar todo lo que me gustaría dar.
Debe ser así como se siente un bebé cuando aprende a caminar. Los adultos lo sostienen y lo llevan de las manos unos metros hasta que se sostiene solito. 
Luego un día los músculos y los huesos ya le alcanzan para caminar por su cuenta.

Ahí estaba yo, en el metro de la Ciudad de México, entre la gente, entre las vendedoras de agua, de yogur sin cadena de frío, de tortitas de nata, yendo a trabajar de lo que siempre soñé, dando tres pasitos apurados y deteniéndome. 
Haciéndome amiga de los perros y de las personas. 
Todos nuevos, como si recién hubiera salido del útero de mi madre.


No hay comentarios: