1.11.17

Muestra gratis

Acá estoy.
En plano cenital, boca arriba, en concha, con las piernas abiertas, con una toalla en el pelo. Llorando. Segura de que parezco una rana aplastada en el asfalto.
Estoy en mi cama. Llorando.

Lloro de impotencia porque me tengo que poner una crema en la concha y no me veo. No hay espejo o cámara de celular que me permita ver dónde tengo que llegar.

Lloro de bronca, porque el hijo de la mierda que me contagió esto no se tiene que poner crema en un lugar donde no se ve. Porque tiene pija, y la pija se ve toda.

Lloro de miedo, porque no sé si me estoy poniendo bien la crema. Y a mí me perturba muchísimo la posibilidad de hacer las cosas mal.

Lloro porque la médica me dijo ''vas a necesitar que alguien te ayude a ponerte la crema''. Y yo vivo sola. Y no le dije.
Lloro porque vivo sola y lloro porque no le dije. Por las dos cosas.

Lloro porque ayer trabajé veintiseis horas y hoy trabajé doce, y estoy cansada.

Lloro porque aunque la médica me dio una muestra gratis de la crema, yo siento que la muestra gratis más grande del mundo es otra: Una muestra gratis de lo que va a ser vivir sola en un país donde no tendré a nadie, al menos durante un tiempo, que me ayude a ponerme crema en la concha, o que me banque llorando, en plano cenital, como una rana aplastada. O que me abrace cuando se me pase el llanto, y en una de esas me mienta un poco y me diga que todo va a estar bien. Aunque nunca esté todo bien.

Y lloro un poco también porque lloro y no me siento mejor.
Llorar y no sentirse mejor es como tener sexo y no tener orgasmos. Un estornudo interrumpido.

Y también lloro porque mientras estoy en plano cenital pareciendo una rana aplastada, pienso qué cinematográfico me resulta todo esto. Y me lo relato. Y es un poco desesperante relatarme todo, todo el tiempo.

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