20.11.17

Viernes violeta, viernes de monstruos

Son la 4.30 am. Me desperté habiendo soñado con un relato de Cortázar que no existe, y con una obra a partir de ese relato inexistente.

Viernes violeta, viernes de monstruos. Era algo así:

"Como todos los viernes, salí a buscarte por el mismo túnel. Atravesé puertas, subí escaleras, pero como siempre, en algún momento no puedo seguir. El camino se angosta, o soy demasiado grande para pasar por ahí. Me asusta ese pasadizo mínimo, y me angustia no poder llegar al final del túnel, donde estás vos. Y siempre llegando al mismo punto, tengo que volver. 
Cuando me doy vuelta los veo, venían atrás mío. Siempre vienen atrás mío. No sé si me persiguen a mí o quieren llegar a vos, como yo.
Des-ando el camino como puedo, los empujo para que me dejen pasar, asustado por su existencia siempre detrás mío y por el tamaño diminuto de ese pasadizo que entiendo, cada viernes, que jamás voy a poder atravesar.
Aunque cada viernes lo intento otra vez.
Cada viernes violeta, cada viernes de monstruos".

En la puesta, la persona iba caminando por un túnel, leyendo partes de este relato, tenía que moverse por un lugar cada vez más diminuto hasta que ya no podía pasar y se tenía que volver. Al darse vuelta para volver, se chocaba con los demás que venían detrás suyo y era bastante incordioso salir de ahí. A la salida, podía ver las últimas dos frases: ''Aunque cada viernes lo intento otra vez. Cada viernes violeta, cada viernes de monstruos''.

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