6.12.17

El camino del héroe

En mi camino del héroe no hay héroes. 
Al final tal vez sí. Lo sabremos al final.
En el camino soy una más, doliendo todo: las contrapartes del momento, las figuras del pasado que vuelven como fantasmas a hablarme invisibles. A contarme que no puedo. A hablarme de cuán difícil va a ser todo, como un contrincante sucio, que no sabe jugar el juego entonces amenaza gratuitamente. 
Pero sigo el camino. El camino del héroe que no es héroe, en todo caso heroína, aunque tampoco lo es, lo soy. Lejos, lejísimos de ser heroína de mi camino, soy sólo una peregrina evitando chocar telas de araña grande y roja en la selva nicaragüense.
Sigo a pesar de la lluvia, que a veces es granizo, que a veces es sol rasante que calienta lindo hasta que duele, cuyo calor remueve animalitos que viven debajo de las piedras, en las cortezas de los árboles, en los huecos de la tierra. Que me dan miedo porque no los conozco, porque son lo otro, el no-yo.
La contraparte molesta porque a sí misma se molesta. 
La contraparte se tiene miedo entonces desea que todos los peregrinos tengamos miedo. Porque la contraparte no sabe del bien, de lo bueno, de lo bello, del querer sin más, reniega de sí.
Mentira, sí sabe. Pero mezquina.
La contraparte es, pobremente, eso, contraparte. Acostumbra a recibir y dar, pero a dar solo luego de recibir, con cuenta gotas, con mezquindad.
Pobre contraparte y sus fantasmas, mis fantasmas. Yo ya no los soporto.
Debe ser feo que no te soporten. Qué triste que nunca te soporten.
Al final del camino, si logro esquivar las telas de araña roja, seré una heroína de mi camino, y la contraparte seguirá siendo una pobre, pobrecita, contraparte.

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