17.12.17

Eros y Tánatos

Qué aburrimiento/pena/escozor me da
que no sepan ver la ventaja
de no temer, y en vez de eso, tener.
de compartir, no repartir
de vivir, no sobrevivir, con alguien con algo, no a alguien a algo.
de resolver contingencias y salir airosos
de cocinar rico y sentirse completos. 

Por lo menos diez minutos en este mundo complicado, sentirse completos.
Ay qué pena que busquen a mamá en donde no está.
Ay qué pena sus arquetipos del inconsciente individual.
Ay qué pena ustedes, tan cúbicos, tan estériles, tan alejados de la vida siempre. 

Legándonos a Tánatos, haciéndonos llevarlo en la sangre para siempre, por todas las generaciones.
Yo no quiero llevar a Tánatos conmigo. 
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Me duermo pensando en la desdicha de siempre siempre pretender/esperar/desear que Tánatos no esté tan presente en su sangre. 

Quiero convencerme de que esperar, cuando se trata de Tánatos, es en vano.
Que esperar es para otra gente, que yo no soy, no vine a este mundo, a esperar y tener buenos resultados. Y sobre todo yo no soy a la que esperan. A mí nadie me espera y nadie espera nada de mí.
Que yo soy más Eros que Tánatos, creo pues. Pero todos los Tánatos del mundo acorralan a Eros y lo amenazan. No lo tocan, solo lo amenazan.
Y Eros ahora tiene miedo, y yo también. Tenemos miedo de ustedes, Tánatos.
Córranse que queremos ser felices.

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