8.2.18

Escuchar nevar

Hoy me voy a dormir recordando la primera vez que escuché nevar. 
Todo parecía suceder en un colchón infinito. No hacía frío.
La nieve se quedaba en los lomos de las vacas, en las ramas de los árboles, en nuestros hombros y cabezas, y nosotros hablábamos y nuestras voces se escuchaban como en un sueño. Se escuchaba la nieve.
Luego salió el sol y en diez minutos la nieve se había evaporado. La tierra, la bosta de los caballos, la caca de los chivos, las casas, emanaban vapor. Jamás había visto, hasta ese momento, el fenómeno de sublimación en la vida cotidiana. Aunque para mí ese momento no era para nada cotidiano.
La nieve desapareció y empezó a hacer muchísimo frío a pesar del sol.
Me pasó en La ovejas, un pueblito remoto de la Patagonia argentina.

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