16.2.18

La cena del jueves

Estoy cenando tacos de pastor en un barcito en la esquina de casa.
Los comenzales somos pocos, ya es tarde, son las once de la noche.
Estoy sola, ya me tomé una birra en lo de Fran y ahora me estoy tomando otra. Estoy cansada y hambrienta, ecuación que me llevará a la ebriedad en breve, y estoy tomando birra sola en un bar. En Mexico eso es algo poco común. Enfrente mío una mesa se vacía de señoras y es ocupada por una pareja de hombre y mujer. El hombre queda frente a mí, y me mira con insistencia.
A veces cuando me pasan esas cosas, me imagino un equívoco entre la otra persona y yo. Fantaseo con la posibilidad de estar haciendo algún gesto que signifique algo, una especie de código. Escenas parecidas a las del asalto en From dusk till dawn.

Al tipo que me mira constantemente desde la otra mesa, puedo sacarle un foto?

Qué diferencia hay entre mirar a alguien hasta el hartazgo ajeno y sacar una foto? 
Un recuerdo individual y un recuerdo que puede ser colectivo.
La diferencia es la audiencia?
En la mesa de mi izquierda hay tres incogibles, todos hombres. 
Uno de ellos, el menos incogible de los tres, les muestra el celular a sus compañeros a la voz de "miren quién me ha dado superlike". Los otros dos miran y hacen algún otro sonido.
Luego el del superlike cuenta que hace un tiempo mientras fornicaba con una mina, ella le dijo algo que lo desconcentró. 
No llego a escuchar qué fue.

Yo voy por el quinto taco de canasta, más pequeño que los regulares, y mientras escucho esa conversación, intentando disimular lo indisimulable (mis ojos son demasiado grandes), noto que el tipo de la mesa enfrente mío me está mirando. Otra vez.
La única que no se da cuenta de nada en este recinto, es la mujer del que me mira. Ella está de espaldas a mí. Me llama la atención que tenga un chaleco de matelassé y una campera de matelassé, mismo color y material.
Y también me llama la atención que paguen la mitad cada uno.
A ellos les debo llamar la atención yo, que estoy sola, voy por el quinto taco, la segunda birra, y estoy escribiendo en un bloc de notas en el celular.

La pareja se va. A la pasada me dicen ''provechito'', palabra que me desagrada sobremanera, y el tipo que se pasó la cena mirándome, ahora me sonríe con total impunidad. De alguna manera, desconozco cuál, se las ha ingeniado para desdoblarse y no ser más el tipo que me estuvo mirando comer media hora.
El ''provechito'', la sonrisa del tipo tan ajena a su semblante anterior, me descolocan y les respondo ''chau, hasta luego''.

Me dispongo a irme. Me abrocho con dificultad las mangas de la camisa (diez horas de trabajo y dos cervezas han hecho un poco de mella).
Guardo el celular.


Lo agarro de vuelta.


Escribo estas últimas oraciones.

Hace rato ya dejé de escribir, pero el texto se sigue escribiendo solo.
La cadena de observadores y observados se ha cortado y ya no queda demasiado por hacer acá.

Pienso que nunca sé cuándo es correcto terminar.

Ahora sí me voy.


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