9.4.18

Desde la taquería

Escribí el primer cuento cuando tenía cinco años.
Sucedía de noche. La historia giraba en torno a que la luna se enamoraba de un pez negro y dorado que veía en el agua. El enamoramiento era recíproco, por supuesto.
No existe la no correspondencia en mi mente de cinco años.

Mi mamá se emocionó tanto que lo publicó en el periódico local y todavía tiene el recorte de la publicación. También tiene el original escrito e ilustrado por mis manitos de cinco años.
Mi mamá se enteró que Fede, mi amiguito vip de ese momento, también había escrito cuentos. Uno de ellos era ''Maria del Carmen y la basurita''. No me acuerdo el nombre del otro.
Ambas madres, ambas María del Carmen, se pusieron de acuerdo y armaron una especie de taller literario virtual con nosotros dos y nos hicieron intercambiar los cuentos.
María del Carmen y la basurita me sorprendió gratamente, pero también me dio un poco de envidia porque era mucho más largo que el mío, y tenía una estructura mucho más compleja.
No sé si Fede leyó alguna vez mi cuento sobre la luna.
Fede ahora es Ingeniero Químico y tiene un hijo.
Yo estoy en la taquería, escribiendo lo primero que me viene a la mente.

Ahora es ''la'' taquería. Hasta hace unas semanas era ''una'' taquería. Pero está en la esquina de casa, y a algo hay que arraigarse, viejo.

Mientras degluto el cuarto taco de gringa y el cuarto vaso de birra, miro entrar y salir a la gente, y les guiño el ojo (porque tengo la boca llena todo el tiempo) a quienes me dicen que tenga buen provecho. Frase que aborrezco.
A pesar de que las taquerías acá en México son el equivalente en volumen de consumo a las pizzerías en Argentina, los mozos de las taquerías no están tan duros como los de Güerrin.

Estaría bueno un comercial de Güerrin que fuera un contest entre familiares, amigos, novios, etc, sobre si se dice ''Guerrin'' o ''Güerrin''.

Güerrin no necesita comerciales.

La gente llega a este lugar y se da cuenta que tiene que esperar un rato largo para poder sentarse. El lugar está lleno. Y yo me siento muy poderosa en esta trinchera que armé con mi mesa, los cuatro tacos y los cuatro vasos de birra.
La barra está vacía. Hay una pareja.
Creo que el nivel de interés en las parejas se mide en si al entrar a un lugar con opción entre barra y mesa, eligen la barra.
La barra es para gente que se quiere ir rápido. ¿Qué les pasa? ¿No quieren conversar?
Capaz soy demasiado tana.
Capaz estoy demasiado en pedo.
Capaz que veinte años después aún no supero a ''María del Carmen y la basurita''.



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