5.4.18

Sueño difícil

Sueño difícil.
Despierta y dormida.
Mi sueño se sitúa en el horizonte, y se aleja a medida que avanzo hacia él.
En el camino veo atardeceres, amaneceres, plantas y animales.
Nado, camino, trepo pero parece no llegar nunca el momento de encontrarnos, mi sueño y yo.
Mis amigos cada vez más lejos. Me cuesta llorar, no lo logro.
Ni despierta ni dormida.
Necesito instrucciones para todo, sobre todo para llorar.
Como caminando en una calle oscura de cualquier lugar.
Como en el mar.
Estoy atenta a lo desconocido, alerta. Porque sé que lo desconocido me sigue y me espera unos metros más allá.
Siempre sueño difícil.
En el camino reconozco a mis maestros: grandes personas de todo tipo y profesión, con rasgos desdibujados por el paso del tiempo en mi memoria. Me han enseñado desde trigonometría y reacciones de óxido reducción hasta lo que vale mi vida y la de cualquiera.
Todas personas cuya existencia, a las siete de la mañana de un miércoles, me ha roto infinitamente los ovarios adolescentes, pero que hoy recuerdo en una memoria actualizada y agradecida.

La universidad no me ha servido de nada. En cambio, el verdadero aprendizaje, que es el de sobrellevar lo que venga en la vida por el sueño que cada uno tenga, me lo dan a diario y de igual manera personas letradas y no.
No es fácil soñar grande, pero tampoco es evitable cuando uno se deja llevar por (no encuentro la palabra, no sé si existe. Qué? La vocación?).
El amor debe ser algo muy parecido.

Mis maestros, todos ellos, son gente que va enseñando por la vida sin esperar resultados ni reclamar agradecimiento a cambio.
Supongo que están seguros de su poder infinito y residual.

Gracias por todo, sobre todo a Deleuze y a mi vieja.

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