29.7.09

Sumergidos

Hace treinta minutos llenó de agua la bañera.
Hace veinte minutos que está encerrada en el baño. La separan del mundo una pared de Durlock y una puerta de madera con vidrios pintados, para que no se vea. Tapó la cerradura con papel higiénico por si algún curioso se tentara (hoy en día la curiosidad trasciende todo tipo de fronteras).
Del otro lado hay una horda de especímenes hundidos en su mediocridad, ocupándose de la vida cotidiana, discutiendo precios, alzas, bajas, horarios, fechas y demás números que creen propios, aún cuando éstos los controlan a gusto y piacere.
El más viejo de ellos saca cuentas mentales sobre su jubilación y se queja. La del baño se sumerge. La hija del viejo discute con la madre sobre los horarios de recolección de basura y los desastres que hacen los perros del vecino en su vereda, y el infaltable: ''ya no se puede vivir tranquilo''. La del baño piensa. Otro mira TV y festeja los chistes nefastos que hace un semi analfabeto. La que está en el baño no puede parar de pensar, piensa con rabia, con el alma y con la conciencia. A veces desearía no hacerlo con tanta frecuencia, en ocasiones su pensamiento la sorprende en los lugares menos convenientes, donde personas, como aves rapaces, están al acecho de algún suceso fuera de lo común, anque sea lo más mínimo.
Más de una vez quiso ser como los demás, tal vez así no sufriría tanto. Pero dejar pasar la vida sin escuchar el alma le resultó mucho más complicado de lo que pensaba.
La sumergida se pregunta cómo hace la gente que no tiene nada y, sin embargo, le agradece a Dios, o quienquiera que sea, cada momento de luz, cada rayo de sol que los entibia, cada gota de agua que los calma. Se siente tan a gusto así, sumergida en su pensamiento, imaginando un mundo fuera de lo común, de lo que se llama común. Está tan bien lejos de la maldad, de la negligencia, de la indiferencia, de los impuestos, las tasas, el morbo, y todo eso de lo que vive la gente que está fuera del baño, que ya no quiere emerger.
Pasaron veinte minutos más y la sumergida no quiso dejar de pensar.
Los de afuera del baño se acuerdan de ella.
Tarde, la sumergida se sumergió para siempre y ahora está llena de pensamientos y llena de agua.