y dos puertas de vidrio
nos separan,
y nos unen.
Abro una puerta,
la de mi casa.
Camino 7 cuadras,
las más largas de mi vida.
El corazón va mas rápido que las piernas,
a las que siempre les reclamo
que deberían poder ir mas rápido aún.
Toco el timbre,
y el mejor momento de mi día
se avecina.
Veo su sombra bajando la escalera,
y reconozco su silueta acercándose
a la segunda puerta de vidrio.
Sus ojos, la puerta, mis ojos.
La puerta se abre.
Sus ojos, mis ojos.
La sonrisa confirma la anagnórisis:
somos los mismos de ayer,
o casi.