Si alguien hiciera, en mi casa, un corte transversal,
como a la altura del medio de las ventanas,
descubriría varias habitaciones,
entre ellas,
la mía.
Dentro de mi habitación,
descubriría mi cama.
Si esa misma persona, u otra,
hiciera un corte transversal en mi cama,
como a la altura del edredón,
nos descubriría a nosotros,
posiblemente dormidos,
seguramente abrazados.
Si alguien hiciera un corte transversal en mí,
a la altura del esternón,
te descubriría a vos.
Y, probablamente,
si hiciera un corte transversal en vos,
a la altura de tu esternón,
ahí estaría yo.
O eso me gustaría.
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