13.9.21

Google Search

Con el ánimo suicida con el que un pirómano enciende un fósforo

al lado de un bidón de kerosén,

escribí tu nombre en el buscador de Google.


Te googleé hasta desmembrar

tu nombre

tu apellido

tu árbol genealógico

las mujeres con las que estuviste

y con las que creo que estuviste.

Lo que sos

o lo que creo que sos.


Te deshice en unos y ceros

hasta que desapareciste

como si estuvieras escrito en el libro de arena

ese

que Borges le compró a un desconocido

que le decía

que mirara bien

que eso que miraba

ya no iba a estar ahí

nunca

más.


Googleé, también, nuestros nombres juntos

uno

al lado

del otro

oh casualidad

no apareció nada.


Lo poco que encontré

no fue suficiente

ya

para hacerme daño.


Mirá, a fin de cuentas

y de todos estos años

no sé si me hiciste un cayo

o me hiciste bien.

12.9.21

Bitácora Mérida

23 de agosto 

Aeropuerto Internacional Benito Juárez de la Ciudad de México

En esta libreta que me regaló Luchi para mi cumpleaños número 29, me propongo narrar el cotidiano acontecer de mi vida a partir de hoy.

Estoy en el Aeropuerto de la CDMX, son las 5.02 de la mañana. Estoy tomando un capuccino, espero abordar el vuelo 1100 que me llevará a Mérida, Yucatán.


Hace dos semanas renuncié al que era mi trabajo. Si bien aún no logro desprenderme de eso, para mí significa algo muy grande porque nunca antes había renunciado a un trabajo, y porque ahí pasé los últimos cuatro años de mi vida, dándolo todo y más.


Es momento de encontrarme conmigo, de saber qué quiero, descubrir qué me gusta.

Lo averiguaré en los próximos días o, al menos, iniciaré ese camino.


Mérida, Yucatán

Son las 6.13pm, estoy en El nuevo Tucho: una cantina donde hay un tipo cantando canciones de Armando Manzanero y Pablo Milanés. Entre canción y canción se manda una catarata de chistes racistas, discriminativos y, sobre todo, de muy mal gusto.

Somos 7 clientes en un lugar con capacidad para 150 personas. Hay más meseros que comensales, lo cual vuelve todo aún más decadente.

Me trajeron botanita vegetariana con la chela, aunque creo que los frijoles están hechos con manteca.

Está lloviendo desde las 11.30am. Todo huele a humedad. Es la ciudad más húmeda que visité alguna vez.

Todavía no saqué ninguna foto.


Ahora en 15 minutos voy a encontrarme con un tipo de Bumble que es fotógrafo.

En el hostel vino a hablarme un hombre con bastón. Es egipcio y se llama Aladín, como el de la película. No supe si estaba loco o no. Por las dudas le sonreí.


25 de agosto.

Ayer fui a Uxmal. Pensé que no iba a llegar porque se hizo tarde para sacar el boleto, pero igual llegué.

El guía se llamaba Orlando y guardé su teléfono porque fue muy bueno. El grupo fue bastante particular: dos españolas, una parejita de 18 y 21 años, y yo. Comimos juntos luego, pero yo no tenía ganas de hacer sociales, así que me costó un poco ablandarme y ser la conversadora que soy siempre.

A la noche me encontré con Lisandro, también de Bumble, en un barcito que se llama Salsipuedes. Charlamos muchísimo, sobre todo de arañas, a las cuales les tenemos pánico, pero evidentemente hay un morbo o una necesidad de hablar de lo que nos genera miedo o rechazo.

A la noche dormí entrecortado porque tenía miedo de que me visitara una tarántula yucateca.

Del bar me volví casi corriendo porque se nos hizo tarde conversando y de pronto eran las 11.15pm, el toque de queda empieza a las 11.30pm.

Mérida parece muy tranquila, no me puedo creer esta tranquilidad.


Hoy desayuné en el restaurant del hostel y se me sentó un inglés a conversar. Me dijo que es productor musical, que vive en el hostel hace 4 meses, y me mostró los videos y flyers que hace. Eran una cagada total.

A veces siento que la gente me ve simple y piensa que soy medio pelotuda. A veces tienen razón, pero muchas otras veces no. 

No sé qué les pasa a los tipos por la cabeza que generalmente creen que estamos esperando su presencia. Me encantaría tener el desparpajo suficiente como para hacer eso yo: ir a sentarme donde hay un tipo desayunando tranquilo y ponerme a hablarle como si yo fuera la persona más interesante de la Tierra.


Sonidos:

En Mérida se escuchan campanas de iglesias, autos pasando por las calles adoquinadas, silbidos, la lluvia, organillos, gente saludándose.

No se escuchan aviones, helicópteros, la campana de la basura, el gas, el agua, el se compra, el camotero… que se escuchan en la CDMX.

El conjunto sonoro pareciera ocupar una parte más pequeña que el espacio sonoro de la Ciudad de México.



El Shibalbá

Ayer en Uxmal lo nombraron. Es el nombre maya para el Inframundo, a donde los guerreros descendían para iniciarse. Era un viaje lisérgico en el cual se enfrentaban a los demonios y salían fortalecidos.

Creo que tal vez mi Shibalbá es este viaje: enfrentarme a mis demonios, obligarme a contemplar en silencio, entender o tatar de entender, encontrar la paz dentro mío. Poder despegarme de la toxicidad y la inseguridad que genera la vida que llevo y el medio en el que trabajo.

Yo no soy de arriesgarme mucho nunca, por eso creo que estos diez días, que no son tantos ni tan arriesgados, pueden ser mi Shibalbá.


Terminal de autobuses (TAME)

En la TV de la Terminal de Autobuses todos se ven tan serios. El DT del Chelsea está dando una conferencia en la que no solo no sonríe, sino que tiene cara de que se le hubiera muerto alguien, y dice que es momento de trabajar y ser mejores. Para qué? Para ganar más dinero, más status, más copas, más sponsors? No tienen suficiente como para alimentar a todo un continente ya?.


Celestún

Llegué a Celestún alrededor de las 4pm. Antes de eso, Migraciones me revisó los papeles en Mérida y me hicieron un llamado de atención por no tener la FM encima. Les mostré la foto pero me dijeron que no era suficiente, que la tengo que tener encima porque sino me van a detener para hacerme averiguación de antecedentes y que puedo llegar a estar detenida todo un día. 

Así que llegué a Celestún medio nerviosa y además me estaba meando.

Posiblemente Samantha me mande la FM en DHL adentro de un libro o una cosa así. Me da un poco de miedo que se pierda en el camino.


Llegué al Airbnb, me acomodé y me fui a la playa. Estuve ahí un rato, luego tomé una chela y comí tres quesadillas en una palapita frente al mar.

Alrededor de las 6.30pm volví al Airbnb porque el señor Francisco (del Airbnb) nos ofreció, a una pareja que estaba hospedada ahí y a mí, llevarnos a ver los mapaches.

A la pasada compramos galletas de soda para darles de comer, y también vimos un cocodrilo. Luego nos llevó de tour por el pueblo contándonos cómo es el sistema de la pesca y el negocio.

Lo grabé porque el hombre habla bien lindo y tierno.


Mañana 7am nos va a llevar a ver los flamingos a las salinas y luego tal vez yo vaya en lancha a ver otros flamingos, pero no tengo muchas ganas de pagar más dinero. Si logro verlos temprano, dedicaré el resto del día a caminar por el pueblo y hacer huevo.

Me tiene mal este tema de la FM, me preocupa.


27 de agosto

Ayer vimos bastantes flamingos. El señor Francisco nos llevó a las salinas en su camioneta. Nos contó cosas muy lindas. Lo grabé otra vez sin que se diera cuenta. 

Así que luego no fui a hacer el tour en lancha pues es carísimo y no era seguro que viera flamingos.

Desayuné dos empanadas fritas de queso y un jugo de sandía, por $35, en el centro de Celestún. Al rato pensé que me moría, creo que ese desayuno no le hizo bien a mi hígado.


Averiguamos con Samantha cuánto costaba mandar la FM y cuánto tardaba, pero llegaría recién el lunes, lo cual es dos días antes de volverme a CDMX, así que no tiene sentido correr ese riesgo. Tengo miedo de que me detengan los de Migraciones, a quienes llamo ‘’Migraña’’, así que me voy a volver en combi para evitarlos.

Qué mierda esto de sentirse un criminal en el país en donde uno eligió vivir y pagar sus impuestos.


Más allá de todo esto, hoy ví unos pájaros peleándose por una cabeza de pescado. Eran muy graciosos. También desayuné con la señora Jaqui, la dueña del airbnb y charlamos bastante.


Lisandro me ofreció hacer sapito en Playa del Carmen pero no quiero arriesgarme a ir hasta ahí y que me detengan o me pase algo.

Por lo demás, lo que tenga que pasar, pasará y será necesario y bueno para mi crecimiento. 


Bueno, sigo comiendo quesadillas. Me siento como en las historias que se cuentan de los conquistadores, que comían una sola cosa los muy estúpidos. Qué gente forra los conquistadores. Siempre pensando que hacían todo bien y no hacían más que destruir y degradar.

Lo mío no es para tanto, pero solamente como quesadillas porque todo en Celestún está hecho de animales de mar.

Estaba esperando la combi pero me puse a tomar cerveza y se acaba de ir delante de mis ojos mientras yo pedía la cuenta en el restaurant.

Se viene una tormenta bárbara pero nada me apura. 

Mientras escribo esto, empezó a llover.

Tengo que esperar la próxima combi, que será la de las 4pm. Pronostico soretes de punta para esa hora. Ya veremos qué pasa.


La señora Jaqui hizo un pan de plátano con avena y me regaló un pedazo inmenso para el viaje porque tu no puedes comer nada, dijo. Está delicioso, lo tengo en la mochila.

Ayer también hizo un pan de plátano con arándanos que estaba de locos. Me invitó un pedazo mientras estaba ella con una amiga.

La amiga, no sé su nombre, es de Oaxaca pero vive en Celestún hace 26 años. Se casó a los 16 con un cubano americano que conoció en Mérida y se vinieron a Celestún. Él ya se murió hace cuatro meses, dijo la señora, era un hombre muy grande.

Jaqui y ella se conocen del colegio, porque sus hijos eran compañeros. La señora actualmente es la dueña del hotel Sol y Mar de Celestún.


Estuve toda una mañana sentada en la costa de la playa norte mirando a los pájaros pelearse por una cabeza de pescado. Un pájaro trajo en el pico la cabeza de un pescado y el muy tonto se quedaba comiéndolo tan cerca del mar que la marea la llevaba y la traía de vuelta pero más lejos. El pájaro perseguía la cabeza de pescado todo el tiempo, a la vez que la defendía del ataque de los demás pájaros. La cabeza era bastante grande, podría haber alimentado a varios de esos pájaros, pero se sabe que suelen ser animales muy egoístas.

Le llevó bastante tiempo comerse todo eso. Aún así, al cabo de un rato, dejó sólo el pellejo y los cartílagos.

Otro pájaro, mucho más inteligente, hizo lo suyo con la cabeza de otro pescado pero mucho más alejado del agua, y terminó su empresa mucho antes.


Luego salí a caminar por la costa. Caminé de playa norte a playa sur, donde se termina la arena y hay un faro. Luego me metí al pueblo y me compré una paleta de coco en La Michoacana. 

Es curioso cómo hasta en el más recóndito lugar de México hay una paletería La Michoacana.

Le pedí mi paleta de coco al empleado que se apuró a invitarme a tomar una cerveza esa noche, avisándome que podía ser solo una cerveza, que no era necesario que pasara nada más. Me apuré a responderle que qué pícaro y que después cualquier cosa yo pasaba a buscarlo.

La paleta de coco, no sé si por la sed, el hambre y el calor que tenía, me resultó la más rica de mi vida.


Hoy me contó Jaqui que durante los primeros nueve meses de pandemia, el pueblo se cerró. Nadie entraba, nadie salía. Así que se organizaron los vecinos y hacían trueque: si alguien tenía mucho café pero le faltaba azúcar, por ejemplo, lo llevaba al centro a unas mesas, y ahí entre todos se ayudaban, y además comían lo que pescaban.


Me emocioné mucho cuando la señora Jaqui me dió el pan de plátano para el viaje. Hacía mucho tiempo que alguien no tenía un gesto de cuidado hacia mí. Me sentí muy agradecida.

Luego el señor del bar donde escribo esto me dijo ‘’ gracias por la visita’’, cuando le pagué, y también me emocioné, pero al rato escuché que se lo decía a todo el mundo y me des-emocioné.


El señor del bar está ahora sentado enfrente mío, mirando hacia la calle. Fuma y tose. He visto a varias personas sin hacer nada más que tomar el aire. Me recuerdan a mi abuelo.

Acá la gente demora en tomar confianza, pero como yo también soy de pueblo, los entiendo.

Hay que entrarles por la cotidianeidad.

Hoy un señor me habló recién después de que pasé cinco veces por el frente de su casa.


Acaba de caer un rayo tremendo y hay un poco de viento. Me voy a ir para el paradero de la combi a esperar.

Se cayó la señal de Telcel hoy temprano, así que estaré viviendo a la antigüita un rato más.


Al final no agarré combi porque ya no salían. Me voy a volver en el autobús normal. 





28 de agosto

Mérida


Al final llegué bien a Mérida. Me bajé del autobús antes de que llegara a la terminal, lo cual fue doblemente bueno porque me dejó más cerca del hostel y no corrí el riesgo de que me detuviera la Migraña. Se sintió como volver a casa. Hasta conseguí la misma cama en la que había dormido antes.

Estoy sola en el dormitorio, y cuesta $150. Es muy barato. 

Anoche me ordené, me bañé, compré gel post solar, repelente y protector.

Me arde hasta el culo, literalmente.

Estoy tan roja que un tipo por la calle quiso venderme un sombrero para que no quede más roja.


Tipo 7.30pm subí al bar de la terraza del hostel, donde estaba el inglés rechoncho tocando la guitarra y cantando. Tocaba bien pero les cambiaba las letras a todas las canciones y eso generalmente me da furia. Entonces me dediqué a tomar birra y comer totopos con guacamole.

Desde la terraza se ve muy lindo el atardecer, y se llega a ver un poco el Mapping de la Catedral, al cual quise ir pero llegué cuando ya había terminado porque los horarios que dice Internet están mal.

Asi que me dí una vuelta por la plaza y me fui a dormir porque al día siguiente hacía el Free Walking Tour de Estación México.


Hoy probé la marquesita con queso de bola. No me gustó pero me gustó haberla probado. Hacía 5 años que lo tenía pendiente.


El Free Walking Tour estuvo muy bueno. Lo hice en inglés porque los otros dos turistas eran del Líbano y de Marruecos. 

Aprendí muchas cosas que paso a detallar:


Casa de Montejo

Hoy en día es un Citibanamex y un Museo, que por el Covid está cerrado a los simples mortales, pero si uno es mortal cliente de Citibanamex, puede entrar.

La historia de este lugar es que Francisco de Montejo (Padre) no logró manipular (oprimir del todo) a los nativos de esta zona (los Mayas), que no se llamaba Mérida sino T’Hó (al parecer el tipo vino con un montón de caballos que se le deshidrataron, y un montón de armaduras super calurosas e imprácticas que no le servían acá por el calor que hacía (hace)).

Entonces empacó los caballos y las armaduras y emprendió el regreso a la ciudad de donde vino: Mérida, España.

Cuando llegó allá le dijo a su hijo Francisco de Montejo (Hijo) que viniera él a conquistar, pero que se viniera liviano.

Francisco hijo vino y conquistó, y le mandó a avisar a Francisco padre que ya podía volver para hacerse cargo del desmadre. Pero Francisco padre le dijo que como los Mayas lo iban a ver como un perdedor porque se había ido cagado de calor y de sed de vuelta para España, era necesario que lo recibieran con los más grandes honores posibles, para que los Mayas creyeran que era alguien muy muy importante.

Entonces a Francisco hijo se le ocurrió que lo más grande que podía hacer para recibir a su padre, era mandar a los Mayas sometidos a construir una casa al estilo europeo, cosa que ellos no sabían cómo hacer pues sus construcciones eran muy distintas a las europeas, y que si algún Maya tenía algún problema con eso, lo mataría.

En 1549, Francisco padre vino y ocupó la casa.

En la fachada se representó a sí mismo como héroe, como dios, y como sometido. Es decir, se pueden ver figuras de Francisco de Montejo pisando cabezas de Francisco de Montejo, que simbolizan los Mayas siendo aplastados. Las cariátides de las ventanas fueron colocadas muchos años más tarde, por quien compró la casa luego de la Revolución.


Con el tiempo, la casa de Montejo fue pasando de manos hasta que en 1832 fue recuperada por el México independiente de España y vendida, en 1839, a Simón Peón y Peón. Con el tiempo fue comprada por el Banco Nacional de México, actualmente Citibanamex.


La historia de por qué Mérida se llama Mérida, entonces es bien básica, casi tanto como la mente de los Montejo, pero la historia de por qué Yucatán se llama cómo se llama, es algo que, a mi parecer, sienta un poco las bases para lo que sería el ser mexicano actual que es, principalmente, la confusión.

El relato dice que cuando Francisco de Montejo hijo les preguntó a los nativos cómo se llamaba la zona, ellos les respondieron ‘’no te entiendo’’, que en maya suena parecido a ‘’yucatán’’ (uh yu ka t'ann).


Cenotes

Chicxulub es el pueblo en donde se supone que cayó el asteroide de aproximadamente 11km de diámetro, que fue el responsable del final del período Cretácico - Terciario. Las alteraciones geológicas que produjo el impacto de este asteroide están relacionadas con la formación de un anillo muy complejo de grandes cuevas y cavidades subterráneas, unidas entre sí, es una estructura geomorfológica que se conoce con el nombre de Anillo de Cenotes. Se considera que estas cavidades fueron los precursores de los actuales cenotes

El impacto fue tan fuerte que hizo un cráter de 200 kilómetros de diámetro y, como consecuencia, provocó la destrucción del 75 % de la vida en nuestro planeta y de la desaparición de muchas especies, entre ellas, los dinosaurios aunque, como contrapartida, permitió la aparición de otras nuevas. 

Y es aquí donde yo empiezo a conjeturar sobre la idea de que México es un territorio mágico donde la vida y la muerte conviven a diario, siendo una parte de la otra y viceversa.


Ahora bien, yendo a una de las cosas que más me gusta en el mundo: los relatos fundacionales, paso a contar cómo es que uno puede darse cuenta de que está cerca de un cenote.

Cabe aclarar que estas señales aplicaban para los nativos que andaban por la selva y los manglares sin Google Maps ni señalética.

Parece ser que donde haya una ceiba, un Toh y un Alux o dos, hay un cenote.


Parque Hidalgo

Fue construído en 1901 para la visita de Porfirio Díaz, que fue el primer presidente en visitar Mérida alguna vez. Como todo México le tenía muchísimo miedo a Porfirio, construyeron el parque y, alrededor del parque, varios hoteles para que tuviera dónde elegir quedarse. 

Resulta que Porfirio eligió el Gran Hotel.


Paseo de Montejo

Fue mandado a construir en 1888, el mismo año del aniversario de la promulgación de la Constitución. En esa época, Yucatán era el segundo estado con más crecimiento económico debido a la industria del henequén que es un tipo de agave del que se extraen fibras para hacer hilados.

La idea de la creación del Paseo de Montejo fue darles una avenida ‘’digna’’ a los hacendados que vivían por acá.

No es llamativo que la calle intente acercarse a ser una réplica de los Campos Elíseos, dado que el Presidente en este momento era Porfirio Díaz, y bien sabemos de su fanatismo por lo francés.


Parque Santa Lucía

La gente suele venir a este parque luego de una cita para sentarse a conversar y conocer mejor a la persona. Hay un anfiteatro donde los trovadores tocaban serenatas toda la noche, antes del covid. Ahora ya no hay serenatas y el lugar está ocupado por mesas de los restaurants.

En cambio, hay bustos de los trovadores más famosos de México, encabezados por el busto de Armando Manzanero.

Manzanero escribió muchas canciones, entre ellas ‘’Somos novios’’, que la cantaron desde Luis Miguel hasta el mismísimo Elvis Presley, pero en sentido inverso en orden temporal.

En este parque hay una réplica inmensa de las sillas ‘’Tu y yo’’, donde la gente puede subirse a tomarse fotos para el feis.


Hanal Pixán

Se llama así a la celebración que se lleva a cabo en Día de Muertos. Las palabras Hanal Pixán significan ‘’comida con las ánimas’’.

En algunos pueblos, las familias van al cementerio el 2 de noviembre, sacan y limpian los huesos de sus familiares, y comen al lado de ellos.

Para celebrar a un ser querido muerto, hay que esperar un año, que atraviese el Shibalbá.


Eladios

Es un lugar en donde sólo pagas la chela y la comida viene gratis y en forma de botanita.


La Catedral

Abre alrededor de las 8 de la mañana, hasta las 10 de la mañana, y luego a las 6 de la tarde.


Cenotes X’batún y Dzonbacal

Para ir a estos cenotes, que más que el resultado de la caída de un asteroide parecen una obra de todos los dioses mayas juntos y de pepa, lo que yo hice fue tomar la combi que va a Muna y, en el crucero de San Antonio Mulix, bajarme y caminar 5 kilómetros hasta el mismísimo San Antonio Mulix. El camino es una callecita asfaltada de alrededor de 2 metros y medio de ancho, y selva a los costados.


Makech

Es el escarabajo que se decora con oro y piedras preciosas, y se lleva enganchado como un prendedor viviente.

El insecto mide alrededor de 7cm de largo.

Tener un Makech es simbolo de status aún hoy en día en algunos pueblos del interior de Yucatán. Tiene una expectativa de vida de alrededor de dos años, si no se pierde, o se escapa, o uno lo aplasta sin querer. En caso de deceso, se pueden volver a utilizar las joyas que lleva pegadas, en otro Makech.


29 de agosto

Vine a misa. 

Una vieja cajeta seca vino a pedirme de manera exacerbada pero para adentro, como son las señoras sorprendidas en la misa, que baje la pierna, por favor

Resultó ser que yo me senté en uno de los últimos bancos, con la pierna derecha cruzada por sobre la izquierda. Una mala costumbre que tengo, y que mi madre siempre me dice que va a hacer que me salgan varices cuando sea (más) grande.


Noches de Leyenda

Anoche, 28 de agosto, hice un tour que se llama Noches de Leyenda. La verdad fue bastante medio pelo en cuanto a nivel artístico. Está hecho como ‘’para todo público’’ y es participativo. Les asignan personajes históricos a algunas personas, siempre hombres, pero muchas veces el interlocutor no sabe qué responder y cae en las respuestas prohibidas para las leyes de la improvisación que son afirmaciones o negaciones totales: ‘’si’’ y ‘’no’’. Y ahí se agota el juego.

Dijeron algunas cosas interesantes, como que toda la zona del zócalo era antes un templo Maya.

La Catedral, por ejemplo, se dice que está hecha con piedras de ese templo.

Debajo de Plaza Diamante, un pequeño shopping que está en una de las esquinas del Zócalo, específicamente al final del estacionamiento subterráneo, hay túneles que construyeron los Mayas, se cree que para transitar. Los españoles los usaron para guarecerse de los contraataques de los Mayas. Se dice que hasta caballos metían en esos túneles.

Luego, el paso del tiempo trajo hoteles, plazas, Oxxos, farmacias, y estos lugares hoy en día tienen, en sus cimientos, parte de estos túneles.

Muchas partes están tapadas con paredes y materiales recientes. De hecho, anoche, uno de los tipos que hacía de Monje Franciscano en el tour, me contó que a unas cuadras de ahí, en otro tramo del tunel por mucho tiempo hubo un antro gay.


Hoy durante la misa recordé que la Catedral de San Ildefonso, que es la Catedral de Mérida, es la más antigua sobre el continente. La realmente más antigua de América es la de Santo Domingo, en República Dominicana, pero como Dominicana es una isla, la de Mérida tiene el galardón a las más vieja en continente.

También recordé que en el Free Walking Tour, el guía nos contó que originalmente, la primera Catedral, o sea la de San Ildefonso, iba a estar en Perú, y la Catedral de Mérida iba a ser mucho más chica, pero los planos de ambas venían en el mismo barco, y se mezclaron, y pues ni modo.

Al finalizar el tour / espectáculo callejero, en el estacionamiento del subsuelo de Plaza Diamante, donde hay parte del túnel maya, el tipo que hacía de monje franciscano, aún vestido de monje franciscano, sin poseer ningún tipo de atributo físico o intelectual que me atrajera y, sobre todo, sin ningún tipo de tacto, me insistió en que nos tomáramos una selfie juntos con mi celular para que les muestres a tus amigos, dijo. Luego me pidió que agendara su número, y me ofreció llevarme a una playa o a un cenote para pasar el día juntos.

Le agradecí y me fui huyendo de ese lugar, porque supuse que lo que venía luego de esa oración era invitarme a cenar.


El 27 de agosto me quedé sin rollo en la cámara, así que ayer salí a buscar uno. Encontré una casa de fotografía muy completa, que tenía únicamente ProImage de 100 ASA. En mi menté justifiqué la poca variedad de ASA con que como en Mérida hay mucha luz, no sería necesario más. Pero la verdad es que tiene muy poco sentido que solo vendan esos rollos que son tan lindos pero tan poco sensibles.


Hace tanto calor en esta ciudad que estoy teniendo una especie de crisis existencial. Siento que nada tiene sentido, que ya nunca voy a querer volver a trabajar. Parezco una loca de antes. Hace dos horas estoy escribiendo en esta libreta diminuta.

Llegó a hacer tanto calor que se me mezclan las letras en la mente, como si se derritieran antes de tocar el papel.

De a ratos viene un viento leve que me devuelve la esperanza, aunque siento cómo las gotas de transpiración me recorren los brazos, las piernas, el pecho y la espalda.

Los domingos son terribles dónde y cuándo sea.


Mañana saldré temprano y liviana hacia Muna, para bajarme en San Antonio Mulix y de ahí llegar al cenote X’Batún.


30 de agosto


Ayer después de la misa fui a desayunar al Mercado de San Benito. Quería encontrar a la señora Rita, que recomendó la señora Jaqui en Celestún, pero era un caos.

El mercado es inmenso y se junta con el de Galvez en un punto, así que en definitiva no sé en cuál mercado comí.

La cuestión es que venía comiendo puro frito y queso porque aquí no se consigue nada vegano y económico, pero en el mercado me hicieron una torta de puro vegetal y aguacate, con un pan hecho en horno de leña, que fue lo más rico que comí en todos estos días, y un café instantáneo en vaso de plástico que me dió mucha ternura.

Después de eso vine al hostel y me tomé dos vasos de té verde helado mientras escribía.


Se largó a llover y uno de Bumble, Jaime me invitó al cine alegando que tenía tickets gratis, que luego supe que no eran gratis, sino que eran un 2x1.

Llovía a cántaros y el Cinemex queda en una plaza que se llama Uptown, muy lejos de mi hostel.

Fui en Uber, vimos Suicide Squad.

El loco no paraba de hablar con una tonada que forzaba argenta. El tipo de tipo que calificaría como ‘’ni con un puntero láser’’, pero muy amable.

Cuando terminó la película me quedé leyendo los créditos, como siempre, y me dijo al final de los créditos hay una escena extra, quieres verla?

Tuve miedo de que la ‘’escena extra’’ fuera que me iba a chantar un beso o alguna cosa por el estilo, pero me dió curiosidad ver realmente una escena más. Así que le dije que sí, mirando al frente, sin despegar los ojos de los créditos que pasaban rapidísimo.

Por suerte sí había una escena extra.

Cuando salimos del cine había parado de llover y se había levantado un calor y una humedad que parecía el Vietnam de Apocalypse Now.

Tuve miedo de ver bichos raros, pero por suerte nada.

Nos tomamos el camión que iba para el centro. Él se bajó cerca de su casa y yo cerca del hostel. Eran las 9.30pm y ya estaba casi todo cerrado por el toque de queda.


Un mesero de un restaurant que ya estaba cerrando me recomendó un lugar que abre hasta más tarde porque tiene música en vivo: el Coyote Maya. 

Me acompañó hasta el mero lugar y ahí, por fin, comí una ensalada que me devolvió el alma al cuerpo, y me tomé una copa de vino mientras escuchaba a un pibe que tocaba la guitarra y cantaba hermoso. Después el alma se me volvió a ir del cuerpo cuando tuve que pagar la cuenta.


Esta semana le escribí a Lucas para contarle que renuncié y que me vine unos días a descansar. Me ofreció pagar los pasajes para que vaya a visitarlo a España en noviembre. 

Hoy, 12 años desde que nos conocemos, aún no sé si Lucas es mi Kryptonita o mi Robin, pero de todas maneras es una oferta que no puedo rechazar, así que volviendo a Ciudad de México me organizaré para ir.


Ahora estoy desayunando en el hostel. Son las 9.30am mientras escribo esto. Cuando termine, me iré al cenote X’Batún en combi.

En 4 días ya vuelvo a casa. 


Cenote X’Batún

Hoy fui al cenote X’Batún, que queda en San Antonio Mulix, que es un pueblo de 40 personas que queda camino a Muna. Fui en combi porque la migra anda como buitre en la TAME, que es la terminal de donde salen los autobuses más lindos.

Pero la verdad, mejor haber ido en combi.

Me bajé en el crucero de San Antonio Mulix, que en realidad es el pueblo que está después de Cacao. Para llegar a San Antonio Mulix hay que trasladarse desde el crucero hacia Cacao y recién después está San Antonio. 

En mi caso, caminé hasta Cacao aproximadamente unos 3 kilómetros, cuando justo pasó una combi y me levantó, y me dejó en el mismísimo San Antonio Mulix, 2 kilómetros después.

Menos mal que pasó esa combi porque ya me estaba dando miedo de que apareciera una tarántula yucateca, que es un arañón inmenso, (sólo vi una aplastada e igual me dió impresión), o una cascabel, o un jaguar. La verdad podría haber aparecido cualquier bicho, cualquier cosa, porque por ese camino no pasaban ni Dios ni el Diablo.

Bueno, no sé, tal vez Dios era esa combi que me levantó.


El hombre llevaba dos bidones con combustible y un viejo que tenía una camisa de la SEMARNAT, que no pude discernir si era regalo o uniforme. 

Fue como el viaje de Chihiro. Yo era Chihiro y esa combi se había materializado mágicamente a mis espaldas mientras yo caminaba por el asfalto de dos metros de ancho rodeado de selva.

La combi me dejó en la entrada del predio de los cenotes. Son dos cenotes.

Haciendo uso, por primera vez en cuatro años, de mi situación de residente, pagué la mitad del costo de la entrada, que fueron $50. Renté un chaleco, una bici, equipito de snorkel, y emprendí el tercer tramo del camino.

Ahí en la entrada me dieron una tarjetita que tenía que presentar más adelante, en la puerta de reja de madera (lo que nosotros en Argentina llamamos tranquera, pero supongo que al no haber ganado aquí, el concepto de tranquera no existe).

Cuando pasé en la bici, ví una señora tirada durmiendo, así que no paré porque supuse que no era ahí sino más adelante que tenía que entregar la tarjetita.

Pues no, miciela.

Resultó ser que la señora Candy, que es la que cuida X’Batún, se sorprendió mucho cuando le extendí mi tarjetita.

Me dijo que la tenía que haber entregado mucho antes, donde la señora Flor.

Ahí entendí que la señora Flor era la que dormía, pero no quise dejarla en evidencia entonces dije que no había visto a nadie cuando pasé.

La señora Candy le habló por radio a la señora Flor y pude notar, a pesar de la pobrísima calidad del sonido de la radiofrecuencia, que la señora Flor estaba dormida.

Candy le dijo que ahí había llegado yo con la tarjeta, que ella la iba a guardar. Flor le dijo que sí, que estaba bien, que justo cuando yo pasé ella estaba ocupada.

Candy se quedó con la tarjeta y conversamos un poco, me hizo duchar antes de entrar, porque al cenote hay que entrar limpio, sin repelente ni bloqueador, ni nada que no sea uno mismo.

El cenote X’Batún es de una belleza indescriptible (y es aquí donde paso a intentar, en vano, describirla):

Peces amarillos y celestes, y pececitos tipo mojarritas nadan al lado de uno sin ningún tipo de timidez. Plantas hermosas por todos lados, y la luz atraviesa el agua que parece un cuento de hadas. El agua es celeste.


Saliendo de ahí, porque sólo se puede permanecer 45 minutos y Candy tuvo que ir a sacarme del agua porque yo no medí el tiempo, nos quedamos hablando.

Me contó que ella nunca sale de San Antonio Mulix, ni siquiera para ir a Mérida, pero que una vez al año se va en bicicleta a Campeche, para el 12 de diciembre, que es el día de la Virgen de Guadalupe.


Luego seguí para el siguiente cenote, el Dzonbacal, que es más chico y menos conocido.

Ahí estaba Angel Báez, pero yo todavía no sabía su nombre ni su apellido. Angel me vio llegar y me preguntó si yo era la que no había entregado la tarjeta en la reja de madera. Le dije que sí. Me dijo que pasara nomás sin ducharme, que si venía del otro cenote, estaba limpia.


El cenote Dzonbacal estaba sin gente y me dio un poco de miedo porque es el más tapadito. Es bien distinto a X’Batun. Tiene menos vegetación y los peces son de dos tamaños: negros medianos y tipo mojarritas. Además tiene una parte que es super cavernosa, y hay unos abejorros inmensos tamaño helicóptero cuyo zumbido choca con las paredes del cenote y hace que parezca un ronroneo constante de león.

Me metí igual pues el lugar era, como México mismo, tenebroso y hermoso a la vez. La muerte y también la vida. 

Fue muy lindo nadar en esas aguas extremadamente transparentes, limpias y turquesas, entre pececitos curiosos que se acercan a probarte como perritos. 


Salí rápido y llevé mis cosas hasta la mesita donde estaba sentado Ángel Báez. Mientras me secaba y me cambiaba, nos pusimos a hablar.

Me dijo su nombre y me contó que de 2006 a 2009 tuvo papelería en donde ahora está el Oxxo, al lado del hostel donde estoy parando. También tiene otra papelería, a media cuadra de Plaza Diamante, y estuvo un tiempo trabajando en Ciudad de México. No me dijo de qué. Pero se vino en marzo del 2020, pocos días antes de la explosión de la pandemia, porque su hermana tenía cáncer, y luego ya no se volvió a Ciudad de México.

Su hermana murió y él se fue a San Antonio Mulix, donde su sobrino es ejidatario. El sobrino le ofreció el trabajo de guardia ahí en el cenote.

Cuando terminé de cambiarme y ya me despedía de Ángel Báez, el hombre me pidió que agendara su teléfono, y me ofreció quedarme con él en su casa, que él estaba muy solo ahí en San Antonio Mulix. Para convencerme, me contó que tenía cable y un frigobar donde guarda el queso y el jamón que compra para comer, y que también tiene baño.

Luego agregó que, cuando le avisaron por el radio iba en camino una chica sola en bicicleta, le llamó la atención. Me llamaste la atención, dijo, porque no es común que lleguen mujeres solas hasta acá.

Cuando le conté que había caminado desde el crucero hasta Cacao, casi se muere.

Pero lo mejor de todo fue la vuelta.


Volví en bicicleta hasta San Antonio Mulix, la devolví junto con el chaleco y el equipo de snorkel, y caminé hasta Cacao.

Fui con menos miedo de cruzarme alimañas porque había un sol que rajaba la tierra y Ángel Báez me había dicho que las tarántulas yucatecas no salen con el sol porque se queman, que prefieren salir de noche.

Llegué a Cacao y pregunté por combis que salieran al crucero, pero me dijeron que no existía tal servicio, que lo que podía conseguir, en todo caso, era un mototaxi.

Me mandé al puesto azul que me indicaron, de ahí a la casa de la derecha. Mientras iba llegando, escucho la voz de una chica que decía alcánzala, alcánzala. Eran una chica y una nena de alrededor de dos años y medio, con chupete. Ella también buscaba mototaxi que la llevara al crucero porque iba a otro pueblo, para el lado de Uman.

El tipo del mototaxi no quiso llevarnos porque ‘’no podía’’. Estaba echado en una hamaca, lo ví, pero de todas maneras es válido lo que dijo: no podía llevarnos porque estaba descansando, y el descanso es algo que en los pueblos se respeta mucho. 

Cuanto más chico el pueblo, más se respeta el descanso.

Así que con la chica, cuyo nombre no supe, fuimos hasta otra casa, de una señora cuyo nombre tampoco supe.

Acostumbrada yo a los mototaxis de Latinoamérica, que son una moto con un carrito de metal o madera detrás y, en ocasiones, un techo, nos quedamos con la chica y la nena a la sombra de un árbol, esperando que la señora acomodase el vehículo, a unos metros de la casa. 

A lo lejos ví a la señora mover la moto individual. Debe estar moviendo esa para agarrar la moto con el carro que está detrás, pensé.

Pues no, miciela. 

La señora se acercó hasta nosotras en la moto individual. Primero subió la nena, luego la chica, y yo quedé última midiendo con apuro, para no quedar mal, dónde debía ubicar mi humanidad y, sobre todo, mis pies, en ese vehículo. 

Salimos en el mototaxi, 3 mujeres y una nena, nunca se ha visto tanta feminidad siendo transportada por el mismo motor en todo Cacao.

 

A los pocos minutos de salir, la nena se durmió, así que paramos para reacomodarnos, y seguimos viaje. Al cabo de diez minutos, ya estábamos en el crucero esperando autobús y combi respectivamente.

El autobús de la chica pasó pronto, así que me quedé sola en la parada, esperando mi combi, que pasó una hora y media después.

Una mariposa gigante y naranja me hizo compañía casi todo el tiempo. Ahí descubrí que me habían salido ampollas en los brazos a pesar de haberme puesto bloqueador factor 50.


Hablé un poco con Lucas. Parece que lo de Europa es un hecho. Quiero ir pero, honestamente, temo no soportar a los europeos, específicamente a los españoles. 


Mientras pensaba estas cosas, llegó la combi, llegué a Mérida y vine al bar Salsipuedes, donde tomé cerveza y comí antojitos bajo el árbol de aguacates mientras escribía esto.


Lisandro no me escribió más, pero está bien, porque cada vez que me acuerdo de él tengo que pensar si se llama Lisandro, Lautaro o Leandro.


Cuando terminé la tercera cerveza y todos los antojitos que me trajeron más los que pedí, pagué y me fui para el hostel. 

A la pasada me encontré con que había una representación de una Vaquería en el Zócalo, así que me quedé a ver qué era.

Las Vaquerías se hacían en las haciendas para contar el ganado o la cosecha, era una fiesta promovida por el hacendado pero luego, cuando la Iglesia intentó desterrarlas y no pudo, pasó a formar parte de las fiestas patronales.

La vaquería empezaban un viernes tipo 10 u 11pm y se amanecía bailando.

Esta fiesta también se hacía en Campeche y en Quintana Roo.


2 de septiembre


El 31 de agosto me mudé de hostel, del hostel del Zócalo a uno que se llama La Casona. Hermoso: habitación para mí sola, baño para mí sola, desayuno.

Pensé que al mudarme y tener más privacidad, escribiría más, pero me aburguesé y lo único que hice fue comer, dormir, ver una película, tomar chela, meterme a la alberca y scrollear las redes sociales.

Y así se pasaron dos días.


El 1ro de septiembre fui al Museo Regional de Antropología, donde había una exposición sobre la escritura maya extremadamente interesante.


Hoy fui al Bazar García Rejón, donde compré 4 individuales de Henequén por $200.

El tipo que vendía los individuales quería cobrarme primero $450 por 6 individuales, luego le dije que solo quería 4, entonces quería cobrarme $450 por los 4 individuales y ya no me fastidie más, agregó. Para no decirle que quería verme la cara de pendeja nomás, le dije que mi oferta final era $200 pesos por 4 individuales, y que si no le convencía, no quería nada. Entonces cerramos en los $200 pesos y me fui con los 4 individuales.

Me pregunto si el tipo habría hecho el mismo circo si yo hubiera sido hombre.


Luego fui a comer algo al Café Peón Contreras. Contra todo veganismo, comí papadzules, que son unos tacos de huevo que, debo reconocer, son exquisitos, tomé una naranjada y una chela Montejo.

El mesero me dijo que no me apurara a irme porque usted me decora el lugar, güerita.

Me pregunto si el mesero habría dicho algo parecido a un cliente hombre.


Ahora estoy esperando para abordar el avión. Me faltan (o me sobran) dos horas. Así que aprovecho a escribir esto.


Hay un chico que también está esperando para abordar. No sé si el mismo vuelo, o el otro, que va a Monterrey y sale a la misma hora. Me da pena porque tiene sus cosas en una bolsa de arpillera plástica, como de hacer las comprar, y se nota que no tiene idea de la dinámica de los aeropuertos. Se lo nota muy humilde.

Tengo miedo de que esté yendo a algún lugar engañado, para ser víctima de trata. Se sabe que el narco en este país capta gente humilde con la promesa de darle un trabajo bien pago como guardia de seguridad, y cuando llegan al lugar, los deshumanizan a tal punto que dejan de sentir, de ser, de vivir, y se convierten en sicarios drogadictos que solo hacen eso: matar y drogarse.




5 de septiembre

Llegué a Ciudad de México el 3 de septiembre a la madrugada. Quería escribir sobre el final del viaje enseguida que llegara, pero el ritmo de la ciudad me fagocitó inmediatamente y, otra vez, me perdí en los confines de cemento.


La salida de Mérida fue un poco tensa. Apareció Migraciones justo cuando tenía que embarcar y me puse bastante nerviosa, pero por suerte no pasó nada.

Llegué a casa dos horas más tarde de ese pequeño episodio. Me acomodé, me dormí y, al día siguiente, firmé la renuncia de mi trabajo.


Me siento muy bien y a la vez no tengo la menor idea de qué voy a hacer con mi vida laboral.

El viaje a España de pronto se vislumbra como para fines de noviembre, que será cuando, en teoría ya tenga la segunda dosis de la vacuna y pueda entrar al país. Pero eso, si sucede, y si no nos mandamos a las conchas de nuestras respectivas madres antes con Lucas, ya será material de otra bitácora.