30.3.21

Nueva Galatea S.A. de C.V.

Cada vez que atravieso la Doctores pienso en la muerte.

Cuando paso por el Hospital General y veo las pancartas que reclaman vacunas para todos y denuncian el ''agandalle'' de vacunas pienso que a mí ahora no me importa ni me apura la vacuna, no porque crea que no puedo enfermarme, sino porque aún tengo algún resto de la sensación de inmortalidad propia de la juventud.

Pero si llego a los 60 años atravesando pandemias, pienso, no creo poder soportarlo. Evalúo cómo sería mi suicidio, y pienso en que seguramente no me animaría.

Cuando termina el Hospital General, termina la colonia Doctores y empieza la colonia Obrera que, como su nombre lo indica, es de puras fábricas. Muchas de ellas abandonadas.

Entonces sucede que cuando salgo del recto de la Doctores que es el Hospital General, desemboco en Nueva Galatea S.A. de C.V. Es un lugar inmenso, todo vidriado, que otrora surtía de lanas, hilos y telas al por mayor, y al que abandonaron con las cortinas colgadas. Ahora los vidrios están llenos de graffitis.

El sábado pasamos caminando por ahí con Santi. Habíamos estado toda la tarde en el Centro Histórico, metiéndonos en librerías y edificios viejos, jugando a descubrir techos, cúpulas y restos de años en los que nosotros no existíamos. En otras palabras, intentando encontrar las delgadas líneas del acontecer cotidiano donde la vida y la muerte se funden. Sentí que era mi cumpleaños.

Santi se había tomado dos cervezas y, como estamos en año impar y él sólo fuma en los años impares, se había fumado un cigarrillo que le había armado yo. Luego comimos, le saqué unas fotos, y cuando empezó a anochecer, salimos caminando de vuelta.

Cuando estábamos acercándonos a la Obrera, le conté que me pasaba algo con los lugares abandonados: me da una necesidad irrefrenable de asomarme a ver qué hay, como un chico que abre un sapo con un palito para ver qué tiene adentro.

Imagináte lo que debe haber sido eso, dice Santi cuando pasamos por Nueva Galatea S.A. de C.V. Le digo que me fascinan los lugares abandonados con cosas adentro. Pensar que ahora somos jóvenes, pero algún día vamos a ser como Nueva Galatea SA de CV, dice. Nos reímos pero sabemos que es cierto.

Me da un chucho de frío. No puedo evitar sentir en todo mi cuerpo el coletazo de la muerte como una bofetada que vengo esquivando de casualidad todos los días desde que nací.




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