Querido Rey de la Cabina,
la lluvia aquí es como la muerte: cruel o liberadora. Depende por dónde se camine y qué indumentaria tenga uno puesta.
De cualquier manera el camino siempre es maravilloso porque me hace pensar en muchas cosas, en mucha gente... en vos y en cómo la estarás pasando allá en lo alto, en esa cabina tan alejada del piso que camino yo.
Hoy logré sortear el chaparrón caminando bajo techos a lo largo de quince cuadras. No sé cómo lo hice. No sé de dónde salieron tantos techos. A veces creo en Dios. Sobre todo cuando no tengo paraguas y pasan estas cosas.
Sabrás comprender mi sorpresa: nosotros, los jóvenes, nos sorprendemos con cada cosa buena que nos pasa, por más pequeña que sea.
Infinitamente tuya, pero más que nada mía,
Paloma.
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