5.12.17

La noche en que conocí el fondo del mar

Aviso para susceptibles: ésta no es una historia de amor, es una historia de rechazo. Lo cual sería equivalente a avisar que no es una historia de vida, sino de muerte.
Esta es la historia de la noche en que conocí el fondo del mar.

El 4 de agosto de 2016 toqué fondo. El fondo del mar. Un mar sucio y frío y solitario. Alguien, A          lguien. A. 
A me puso un plomo en el tobillo derecho, o izquierdo, no recuerdo, no importa. Y me hundió hasta tocar la arena pantanosa del suelo del mar.
Si alguna vez quien me lee ha tocado el fondo del mar, sabrá de la sensación de presión en los oídos. La sensación de que todos los órganos se comprimen y la sensación posterior de no saber si uno podrá llegar a tiempo a la superficie antes de asfixiarse.
A, así me sentí en el fondo de ese tu mar.
De pronto ese lugar era una tu cama, A, en la que yo estaba boca abajo, vomitando, siendo penetrada por una A persona que me duplicaba en peso y tamaño.
Como en el fondo del mar, los oídos me presionaban. Y lo único que se me ocurrió hacer, fue intentar calmarme y esperar a llegar a la superficie. La pequeña muerte de A fue mi superficie.
Cuando pude tomar aire, ya era la mañana siguiente. Atontada por la presión en los oídos, por el fondo del mar, por la sal, por la arena pantanosa de la que me costó salir, volví a mí casa y me olvidé de todo hasta un mes después, cuando pude escupir el agua que me había quedado en los pulmones.

No conozco el amor. Pero sí conozco todo lo contrario y el fondo del mar.

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