20.6.20

Bitácora del viaje obligado al Extranjero #22 - El semáforo

Tres meses y cuatro días:

Hoy en el semáforo de Álvaro Obregón con Monterrey me puse a pensar sobre la estructura que sostiene al amor romántico: la creencia general de que hay que sufrir para merecer: sufrir por amor para que te quieran, sacrificarte laburando para tener cosas materiales o lograr ciertos objetivos: el melodrama: el discurso del capitalismo: la coerción por medio del miedo.
La justicia divina, era antes: un panóptico incorpóreo: tenerle miedo a Dios y actuar en consecuencia. 
El miedo a la carencia, es ahora: el pavor a la pobreza material, en todo sentido (el amor que se construye desde la coerción y el sufrimiento se parece a cualquier cosa menos al amor, y se parece a muchas cosas como a sacrificarse laburando para comprarse un televisor). Tener miedo de ser pobre material, tener miedo de los pobres materiales, como si contagiaran su condición. Como si desconociendo a los pobres, haciéndolos otredad, fuera yo menos pobre.

Entiendo que haya gente que no quiera cuarentena: Nadie quiere convivir con los fantasmas de un sistema de vínculos que no funciona. Eso genera violencia.
Como el nene que no quiere dejar la mamadera porque ya se acostumbró aunque hay un mundo de sabores por conocer.
Como la mujer que no reconoce que su padre, hermano, tío, marido, amigo, hijo es un violador.

Darse cuenta nunca es gratis: siempre involucra una toma de decisión. Una reacción. 
No hacer nada también es una reacción.
La ingenuidad muchas veces conviene, pero darse cuenta es la antesala a la libertad.


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