9.4.20

Bitácora del viaje obligado al extranjero #10

Día 25. Se largó a llover.

Se mueren los viejos,
y los viejos paradigmas se caen.

Estamos huérfanos y recién paridos.
El padre violento y alcohólico, 
adicto a los psicofármacos,
al que siempre hicimos caso sin chistar, entró en coma.
No habla, no contesta el teléfono.

Ahora tener un pasaporte argentino vale más que tener uno europeo,
dice una amiga que logró no sin mucha dificultad, volverse de España.

Con la visa gringa me voy a prender un pucho en un rato,
mientras me baje la última mitad de la botella de whisky, 
y llore y patalee, 
y me dé cuenta de que extraño mas de lo que creía posible extrañar.
Mientras un pibe nazca en cuarentena
Y un viejo muera lejos de su familia
Y lo lloremos por Skype.
Y lo cremen para que no sea tóxico.
Y nos dé miedo ver fotos viejas, porque no sabemos qué nos va a pasar cuando veamos vivos a los muertos.

Cuánto puede llegar a doler el dolor.
Y yo sin rivotril, 
sin abrazos, 
sin otros pares de ojos a dónde guarecerme de los escombros que caen como mierda seca.

Ahora me doy cuenta:
no es que yo no te quería,
es que no tenía tiempo.

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